Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Crónicas 21, 3-16

3 Respondió Joab: «¡Multiplique Yahveh su pueblo cien veces más de
lo que es! ¿Acaso no son, oh rey mi señor, todos ellos siervos de mi señor?

¿Por qué, pues, pide esto mi señor? ¿Por qué acarrear culpa sobre Israel?»

4 Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab, de modo que éste salió y
recorrió todo Israel, volviéndose después a Jerusalén.

5 Joab entregó a David la cifra del censo del pueblo: había en todo
Israel 1.100.000 hombres capaces de manejar las armas; había en Judá

470.000 hombres capaces de manejar las armas.

6 No incluyó en este censo a Leví y Benjamín, porque Joab detestaba
la orden del rey.

7 Desagradó esto a Dios, por lo cual castigó a Israel.

8 Entonces dijo David a Dios: «He cometido un gran pecado haciendo
esto. Pero ahora perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy
necio.»

9 Y Yahveh habló a Gad, vidente de David, en estos términos:

10 «Anda y di a David: Así dice Yahveh: Tres cosas te propongo;
elige una de ellas y la llevaré a cabo.»

11 Llegó Gad donde David y le dijo: «Así dice Yahveh: Elige para ti:
12 tres años de hambre, o tres meses de derrotas ante tus enemigos,

con la espada de tus enemigos a la espalda, o bien tres días
durante los
cuales la espada de Yahveh y la peste anden por la tierra y el
ángel de
Yahveh haga estragos en todo el territorio de Israel. Ahora, pues, mira qué
debo responder al que me envía.»

13 David respondió a Gad: «Estoy en gran angustia. Pero ¡caiga yo en
manos de Yahveh, que es grande su misericordia, y no caiga en manos de
los hombres!»

14 Yahveh envió la peste sobre Israel, y cayeron de Israel 70.000
hombres.

15 Mandó Dios un ángel contra Jerusalén para destruirla; pero cuando
ya estaba destruyéndola, miró Yahveh y se arrepintió del estrago, y dijo al
ángel Exterminador: «¡Basta ya; retira tu mano!» El ángel de Yahveh estaba
junto a la era de Ornán el jebuseo.

16 Alzando David los ojos vio al ángel de Yahveh que estaba entre la
tierra y el cielo con una espada desenvainada en su mano, extendida contra
Jerusalén. Entonces David y los ancianos, cubiertos de sayal, cayeron rostro
en tierra.